Democratizando por la vida
Así va Reinaldo Gargano, que se despachó con unas declaraciones mortales. Aclarando que iba como miembro del Partido Socialista dijo que la izquierda debía conquistar el poder político a través de una "democratización de los medios".
Aunque el canciller tiene una visión bastante particular de lo que es democratizar. "El trabajo de los partidos políticos es convencer, y convencer y convencer. No es una tarea fácil. La derecha lo sabe y tiene los medios en su poder. Controla la opinión pública de una manera muy eficiente. Creo que hay que aprender a hacer eso." ¿Cómo? Existen dos modelos.
El primero es el modelo repúblicano, no en referencia al sector de Bush, sino al de Fasano. Es un modelo básico y sencillo, que cualquier niño del país puede llevarlo a cabo. Vender que todo lo que hace el gobierno está bien y cualquier cosa es culpa de los medios que son todos de derecha (especialmente de Arbilla, Paolillo y su troupe).
Ya un modelo más complejo sería el aplicado en Venezuela. Donde se justificaría, como lo hace el decreto que crea Teves, la no renovación de las concesiones a los canales privados porque se debe "permitir a los venezolanos el acceso universal a la información y el derecho a la libertad de expresión". De Venezuela no se olvidó el canciller y manifestó que la visión que se tiene del país caribeño es debido a los medios de derecha, porque la realidad es otra. No existe entonces impedimento alguno para que se cambie "venezolanos" por "uruguayos", y así bien podría aplicarlo Gargano en Uruguay. Otras de los beneficios que debe aducir el canciller para que ingrese Venezuela al bloque.
Ese mismo bloque que esta semana dio un nuevo paso hacia una mayor disparidad. Fomentada por el acuerdo entre Lula y la futura presidenta Fernandez de Kirchner de reuniones bipartitas entre Brasil y Argentina. ¡Más y mejor Mercosur!
¡Por favor! El complejo de persecución que tiene el señor canciller es muy fuerte. ¡Gargano! El muro de Berlin no existe, la URSS se desmoronó. Por favor, que alguien en su sano juicio lo saque a las patadas de cancillería.